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“Carta a un amigo del fútbol, el grandioso Pedro Horacio Carrizo, locutor comercial”

El día que escriba de las voces publicitarias, como Girón, Gallardo y otros que se me “piantaron” de la memoria, tendré que llegar al nombre y apellido de Pedro Horacio Carrizo.

En las salidas con su radio, la única radio de aquel entonces, nos emocionaba con sus textos como si se tratara de poemas.

Promocionaba a las casa auspiciantes, pero nos quedó de recuerdo aquel aviso comercial que decía ¡Nada para el pescador, nada para el pescado! En ese tiempo, discutíamos que no era correcto, porque era el pez (aún vivo), pero si estaba muerto, ya era pescado ¿o no ?...

Lo cierto es que con sus avisos comerciales nos llevaba a la pausa de la emoción, mientras “Rulo Romero”, o Martín Ríos nos emocionaban con algún partido de futbol o basquetbol.

Pedro Horacio Carrizo nos sacaba de la apatía y nos metía nuevamente en esa vorágine del fútbol.

Pedro Horacio Carrizo fue para mí un sueño, porque yo soñaba con relatar un partido de futbol, con los comentarios de Walter Abascal y que Carrizo me diera la tanda publicitaria.

Nada de eso cumplí, pues me hice solo, dejando los anhelos y los sueños, al costado de mi vida. No importa dije, será para otra vida, mientras recordaba a los viejos relatores, comentaristas y las voces comerciales que también formaban parte de esa parafernalia en una cabina, en donde si no era el calor, era el frío que los movía a dar (como se podía) lo mejor de sí.

Pero Pedro Horacio Carrizo, locutor comercial, vio realmente futbol, ese que extrañan los viejos hinchas, los que añoramos cuando la última copa se nos va, entre los labios y la garganta que recibe la añoranza del ayer.

Apuesto que Pedro Carrizo no vio las cucharitas  y los remates de “Quico” Sosa, los desbordes de Sergio Teloni, las gambetas de Alul, el pecho de Firpo, las arremetidas de “Ladrillo” Quiroga y los centros elípticos de Julio Cesar Bulacio...

Pero el locutor comercial de quien estamos hablando, vio todo… No solo estrujaba  los papeles que debía leer y animar, sino que se deleitaba con la creatividad de los jugadores que él veía.

Pedro gozaba con los jugadores de buen pie, pensando quizás contarles a sus hijos el futbol que él vio y que sus sucesores nunca irían  a ver…

Siempre digo que los relatores son la voz de la pelota, los comentaristas, “el chamuyo” del futbol, pero la voz comercial es y será, la pausa estremecedora que te da la paz o la pausa excitante de cada partido de fútbol.

Pedro Horacio Carrizo, en nuestras mentes, en nuestros oídos y en nuestra memoria quedará su voz vendiéndonos cualquier cosa.  Un hombre de futbol, nunca callará  las historias que sus ojos vieron, y que la remembranza lo visita en cada tarde del domingo.

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