Se siguen conociendo casos de denuncias de cierre de divisiones, o incluso escuelas, y el conflicto crece en Jujuy.
Recientemente, el secretario de Gestión Educativa del Ministerio de Educación, Federico Medrano, dijo que no hay tal situación, sino que se están agrupando actividades por la movilidad de estudiantes y reducción de la matrícula.
Pese a ello, las acusaciones continúan y la preocupación del ámbito docente persiste.
Catalina Vargas, educadora de la Escuela N°103 “Minería Argentina”, en Coyaguayma, Rinconada, dijo que “el cierre de escuelas es sistemático y no solamente viene de ahora. En 2017, durante la gestión de Isolda Calsina, se cerraron escuelas en el campo. Se cerraron dos. Las porteras que trabajaban ahí tuvieron que ser redestinadas y una de ellas fue a buscar un lugar la escuela 245 de Abra Pampa, mientras las maestras quedaron en disponibilidad. Se cerraron dos par llevar los alumnos a una tercera. Hubo disconformidad por este manoseo”.
“Si la matrícula es baja, escapa de los docentes que trabajamos en esas localidades. No muestran el fondo de la cuestión; hablan de un número, los alumnos no son un número, pero evidentemente para ellos sí. Si lo analizaremos desde el capital social de las comunidades, el cierre de escuelas tiene dos consecuencias psico sociales en la comunidad, y el cierre de escuelas rurales donde son afectados no solamente el alumno, la familia, los docentes y las autoridades que se hubieran comisionado, son los afectados, y eso no se está analizando. Los niños se sienten parte de esa comunidad y son importantes en esa comunidad. En el caso de tener que hacer el traslado, ven afectado su capital social, sus relaciones y redes, porque para ellos es una amenaza estar fuera de la localidad. Cuando en ese momento se pensó que era una solución dijeron de llevarlos a una tercera escuela. Con la disconformidad o aceptación o rechazo de los padres, esos niños fueron yendo porque no sabemos en qué momento dejaron de ir, solo sabemos que en 2018 desconocemos si volvieron”.
“Quisiera estar en la cabeza de ellos para pensar como con números se resuelve la vida de una comunidad, y que esta infancia como grupo social generacional debe aceptar vivir en esas condiciones de relación con el mundo adulto que puede terminar segregándolos aun más. Esta condición de multigrado que aducen que harán, en términos de cohesión social también está segregando, porque juntan a todos los niños. No están viendo la calidad educativa, que el adulto no puede estar con un menor, no pueden estar en un mismo espacio varones y mujeres”.
“Esto no es de ahora, ya se viene haciendo. Nadie nos escucha, siempre dijimos que no podía ser que se cerraran las escuelas sin pensar en el valor social, en el grupo social de los alumnos. Se sienten discriminados, los niños van construyendo su propia visión con estas transformaciones de su localidad, y las relaciones y racionalidad con la que se sustentan. Es importante destacar que la experiencia de lo común, ellos trabajan en comunidad, se sienten parte integrante de la comunidad con los padres y las autoridades. La maestra pasa desapercibida, es el enlace, es relevante en la escuela porque es la que entrelaza las relaciones de toda la comunidad”.
“Los papás no saben porque no vanos a decirles. Ellos tienen que saber por la exposición de la escuela. A la escuela seguramente ya llegó el papel con la disposición y los directivos son parte de la gestión política. Ellos seguramente harán una reunión cuando esté todo instrumentado y no se pueda volver atrás, y seguramente los padres, al ver este cierre, optarán por dejar a los niños en el campo. Las escuelas rurales para ellos es importante que funcionen porque alrededor de la escuela gira toda la comunidad, y si la escuela se retira, por más que pongan otra institución, no terminará de fusionar ni conllevar la comunidad en general.
