La semana pasada, en una entrevista, consultado sobre la posibilidad de separar las elecciones provinciales de las nacionales, el funcionario manifestó: “Es algo que se está discutiendo, pero muy posiblemente suceda; nosotros planteamos que queremos que se debata el problema de Jujuy, si lo hacemos con la nacional se debate el tema nacional. Por más de que haya sectores que digan que es un gasto, los jujeños tenemos que discutir el problema de los jujeños no mezclarlos con las elecciones nacionales”.
Muy por el contrario, con más cautela y sensatez, el propio gobernador Carlos Sadir opinó que este es un tema del cual “no están hablando todavía”.
Y es que en medio del cierre de un año signado por la crisis económica, en el cual todavía restan atender cuestiones prioritarias, es lógica una respuesta de este tipo, más aun en un contexto donde los reclamos de la masa salarial resuenan con más fuerza y donde todavía no se ha siquiera cerrado el presupuesto 2025, entre otros puntos pendientes a definir.
Lejos de estar en sintonía con su compañero de gestión, Bernis se mostró más atento a las cuestiones partidarias, pensando ya en una estrategia política con la cual evitar una derrota frente a La Libertad Avanza, partido que lidera el presidente Javier Milei y que desde las presidenciales del 2023 viene pisando fuerte.
Esta maniobra, que demanda un costo millonario que recae en la provincia, caracterizó a la gestión del ex gobernador Morales, como una estrategia de la vieja política que, al parecer, un sector del oficialismo pretende conservar, pese a los sobrados intentos de la nueva dirigencia por distanciarse de los desmanejos del poder político.
Estas contradicciones solo dejan entrever una disputa de poder que abre una grieta dentro del Gobierno y hace sospechar un clima de tensión puertas adentro del radicalismo.