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Nicolás Maduro paga un precio interno y externo muy elevado para mantenerse en el poder

Se recuesta en una alianza ideológica con Moscú, Beijing y Teherán y cede espacios a su principal rival interno, el cada vez más poderoso ministro del Interior, Diosdado Cabello.

  • El gobernante debió cederle “territorio” al superpoderoso ministro del Interior y Justicia tras las cuestionadas elecciones presidenciales del 28 de julio.
  • Hasta entonces, Cabello se movía siempre detrás del “círculo íntimo” del presidente.

Tras más de un cuarto de siglo de chavismo, Nicolás Maduro paga un precio muy elevado para seguir otros seis años más en el Palacio de Miraflores. El costo no se traduce solo en un mayor aislamiento internacional, que piensa minimizar con una alianza explícita con Rusia, Irán y China, sino también en la pérdida de poder interno a manos de su mayor rival político, Diosdado Cabello.

El gobernante debió cederle “territorio” al superpoderoso ministro del Interior y Justicia tras las cuestionadas elecciones presidenciales del 28 de julio. Hasta entonces, Cabello se movía siempre detrás del “círculo íntimo” del presidente, del que jamás formó parte. Desde que perdió la interna por la sucesión de Hugo Chávez en 2013, el actual ministro se mantuvo en una segunda línea de poder, con cargos relevantes pero de poca influencia a la hora de tomar decisiones ejecutivas.

Incluso, hasta hace seis meses, solo ejercía como vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Era, en síntesis, una figura política fuerte, con amplias conexiones en el mundo castrense y judicial, pero alejado de la cúpula del poder. Pero todo cambió tras el escandaloso escrutinio electoral que derivó en una oleada de protestas en el país. Cabello tomó entonces un rol central en la represión.

Por qué Nicolás Maduro le cedió poder a Diosdado Cabello

Analistas venezolanos consultados por TN coinciden en que Cabello no quería realizar las elecciones de mediados de 2024 si Estados Unidos no levantaba las sanciones vigentes contra Venezuela. Una de las posibilidades que se barajaron fue cancelar la consulta electoral ante un supuesto “estado de conmoción” interna creado tras una ofensiva dialéctica para recuperar el territorio del Esequibo, cuya soberanía está en poder de la vecina Guyana. La campaña incluyó un referéndum que aprobó la creación en esa zona en reclamación de una provincia venezolana llamada “Guyana Esequiba”.

Pero los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, dos exponentes del “madurismo” duro y de enorme influencia en la usina de poder, convencieron al gobernante de que la victoria estaba asegurada. Jorge es el reelecto presidente del Parlamento y exjefe de campaña de Maduro. Delcy es la combativa vicepresidenta. Ambos sostenían que el chavismo ganaría en forma contundente los comicios con una estrategia política adecuada y un cisma opositor a través de la presentación de un ejército de candidatos “colaboracionistas” y de trabas electorales.

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Pero las cosas no salieron como esperaban. A pesar de la exclusión de María Corina Machado y de su sucesora, Corina Yoris, la principal alianza opositora logró reunirse en torno a la figura del ignoto candidato Edmundo González Urrutia, “sugerido” por voceros del gobierno ante la negativa a inscribir a los postulantes elegidos por la coalición. El chavismo pensaba que el exdiplomático no sería capaz de aglutinar el voto disidente. Sostenía que era una figura carente de carisma y desconocida en su propio país. La alianza opositora lo anotó entonces como su candidato en forma provisoria. Pensaba en poder cambiarlo antes de las elecciones, pero no pudo. El gobierno creyó que todo estaba cocinado a su favor.

Sin embargo, la estrategia fracasó. El Consejo Nacional Electoral no presentó siquiera una sola acta electoral para proclamar ganador a Maduro. La oposición denunció fraude, reivindicó la victoria de González Urrutia y divulgó sus propios registros que avalarían su triunfo. Las protestas estallaron en las calles.

Nicolás Maduro le encargó a Diosdado Cabello la represión de las protestas

En ese escenario de enorme tensión y creciente presión internacional, incluso de sus tradicionales aliados como Colombia y Brasil, Maduro debió ceder poder y llamar de urgencia a Diosdado Cabello. Le ofreció sentarse en la misma mesa de decisión. En concreto, le entregó el control de todos los organismos de seguridad y de inteligencia.

Como flamante ministro del Interior y Justicia, comandó la represión que concluyó con la muerte de 28 manifestantes y la detención de 2400 personas, la mitad de las cuales fue liberada en las últimas semanas, aunque las causas prosiguen. Pero además, como exmilitar, Cabello aumentó su influencia en las Fuerzas Armadas, hasta ese momento un territorio que tenía como amo y señor al ministro de Defensa, Vladimir Padrino.

“Cabello ha llevado desde entonces la línea dura y ha seguido consolidando esa posición”, dijo a TN el analista venezolano Piero Trepiccione, subdirector del Centro Gumilla de análisis sociopolítico.

El aumento del poder en torno a la figura de Cabello se mueve a la misma velocidad en la que han perdido influencia los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, los grandes perdedores de esta interna de poder, además del propio Maduro. Incluso, el “superpoderoso” ministro Padrino ha visto cómo Cabello avanza con su autoridad ascendente sobre la cúpula de las Fuerzas Armadas.

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Hoy Cabello es la figura más importante de la revolución bolivariana, al mismo nivel que Maduro. En los últimos meses, ambos se han alternado en ruedas de prensa y discursos sobre la realidad del país. Es un gobierno de dos caras.

Maduro sabe que el verdadero poder no está hoy en las calles, sino en las armas de las Fuerzas Armadas, los grupos parapoliciales motorizados y los organismos de seguridad, reconvertidos en verdaderas máquinas de represión.

Cabello ha logrado unificar a las cúpulas militares detrás del gobierno. Los conoce, son de su misma generación y ha convivido con ellos en sus épocas de militar.

“Puertas afuera, el alto mando ha sido muy categórico. Ha manifestado claramente su apoyo a Maduro como presidente reelecto”, dijo Trepiccione. La mayoría de las autoridades militares ha sido sancionada a nivel internacional o fue acusada de crímenes de lesa humanidad. Está aferrada al poder.

Puertas adentro, la realidad puede ser diferente. “Es un mundo inexpugnable y complejo. Las Fuerzas Armadas son también un reflejo de la sociedad y probablemente los deseos de cambio también estén insertos en el mundo militar, mucho más en los sectores medios y bajos de la estructura castrense”, concluyó el analista.

Hoy Cabello es la pieza clave para mantener unido al chavismo armado.

FUENTE: TN

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