En ese contexto, el ex concejal opositor, Agustín Flores, analizó a fondo el sistema, destacando que a pesar de numerosas declaraciones de emergencia, no se realizaron cambios significativos, y que los constantes incrementos del boleto provocaron cambios de hábito en los usuarios que seguramente afectan también al servicio.
“Ya empezó un cambió de hábito que no es bueno: el trabajador toma medios alternativos que no son seguros, pero le garantizan llegar en tiempo y forma, porque no confía en este sistema de transporte. Pero no por esta situación económica nacional, y por lo que podemos manifestar coyunturalmente: el sistema de transporte en San Salvador de Jujuy es un problema estructural desde hace por lo menos una década”.
“Desde hace 10 años, cada dos o tres, se viene declarando la emergencia de transporte. Desde 2015 hubo por lo menos cuatro declaraciones, ¿y qué resolvieron las mismas?”, cuestionó.
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Nada normal
“Soy de Tucumán; viví en San Juan, y es lamentable, pero en San Salvador de Jujuy hay algo particular: el oficialismo no parece preocuparse por mejorar el sistema, convocar al diálogo, a las audiencias, para escuchar desde los usuarios cómo pueden aportar a la mejora del sistema de transporte en general, que lleve desarrollo a la ciudad, que garantice puntualidad, seguridad y agilidad a todos los que usan y necesitan de un sistema de transporte como cualquier ciudad normal. Por eso, lamentablemente, nada es normal acá. Todo sucede de manera extraordinaria. Las declaraciones de emergencia solo quedaron en declaraciones y no hubo ningún período de esas emergencias donde se puedo avizorar, al menos, que el sistema se estaba encaminando a mejorar. Hoy, el usuario capitalino no confía en su sistema de transporte”.
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Ceguera
“El Concejo Deliberante no está viendo lo que los contribuyentes, los usuarios del sistema de transporte necesitan”.
“Se aprobó la tabla polinómica y el método de actualización, en 2019. Los puntos expresados por los empresarios contemplan todos los gastos, insumos y acciones que se hacen para, teóricamente, brindar un sistema de transporte. La actualización de esa tabla polinómica contempla todos esos puntos. Si el aumento es automático, uno entiende que esos puntos son contemplados para que el sistema de transporte no se deprima, pero de todas maneras lo fue haciendo constantemente. La tabla polinómica no funciona o, y no quiero ser mal pensado, hay una clase empresarial que le va sacando puntos que tiene contemplados el costo del boleto, y no los ejecuta, como el lavado de unidades, engrasado y muchos otros, marcados como gastos en ese estudio y tabla. No deberían faltar. Las unidades deberían estar limpias, resguardas, sin que suenen los frenos, los elásticos deben ser seguros. Vi un colectivo y, literalmente, llevaba tirando el pulmón de freno. Le toqué bocina al chofer y se lo dije. Ahí no se contempla la seguridad del chofer, de los usuarios, y eso es responsabilidad de la empresa y de la secretaría de tránsito y transporte: controlar que las unidades que salen a recorrer la ciudad estén en óptimas condiciones”.
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Municipio permisivo
“Las empresas no cumplen el pliego de licitación porque hay un municipio que se los permite. Hay una actitud política permisiva. Si hoy el sistema es el que brindan los empresarios es porque hay alguien que se los está permitiendo. Sigue teniendo el poder de polinia de controlar y garantizar que quien ganó la licitación lleve adelante conforme establece el pliego, la prestación del servicio que tiene que otorgar. Y eso no sucede”.
Colapso inminente
“Lamentablemente, el usuario se fue acostumbrando, y cada vez fue resignando derechos. Se fue conformando con lo mínimo que puede brindarle un sistema de transporte que, bajo esta coyuntura económica nacional que agravó una situación que ya era estructural, colapsará. Se viene un colapso del sistema de transporte, y el usuario está migrando a sistema alternativos. No son seguros, no le dan garantías, y corre el riego de subirse a vehículos que no sabe ni quién conduce, si están preparados técnica y psicológicamente. Esto se agravará desde el 1 de noviembre, con una actualización que lleve el precio del boleto a $ 950”.
El cobro
“Habiendo una ordenanza que lo prohíbe, aquellos que cargan tarjetas SUBE llegan a cobrar hasta $ 100 cada $ 1.000 de carga. El boleto, al usuario, no le sale $ 950 si tienen que pagar $ 200 más. Le sale $ 1.150. Hay una ordenanza que prohíbe eso, y un Ejecutivo que claramente no lleva adelante, o no ejecuta las ordenanzas que se legislan”.
Con el correr de los años
“Es triste porque el usuario fue resignando derechos y mejorías, porque se supone que, al correr los años, el sistema va mejorando y se van brindando mejores servicios, va mejorando la calidad del servicio, pero acá se va en detrimento total. No sabemos hasta dónde pueda, de alguna manera, aguantar, si no se trata con seriedad. La convocatoria que se hizo, a través del proyecto presentado por el concejal Gastón Millón, para hacer un nuevo estudio de costos y una participación ciudadana que se puede concretar por escrito, dudo qué tan seria pueda ser. No sé qué tan transparente, de parte del municipio y los empresarios, sea, y no sé qué puedan tomar, el Ejecutivo y el Legislativo, del aporte que les puedan hacer las ONGs, centros vecinales, asociaciones de usuarios, en una idea de querer mejorar el sistema, transparentando pero a la vez buscando la mejora del servicio. Tengo la idea de que a veces el costo pasa a ser secundario si el servicio es de calidad, si te dejan en tiempo y forma en la puerta de tu trabajo o en un, lugar próximo”.
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Desconfianza
“Al sistema le desconfiamos todo, y esto agrava la situación. El transporte agrava la situación de movilidad urbana. El trabajador que tiene vehículo particular, aun a costa del precio de estacionamiento, combustible, desgaste del vehículo, prefiere usarlo para ir a trabajar porque no confía en el sistema de transporte público, y eso hace que nuestro casco céntrico colapse. Tenemos más de 80 unidades de colectivos ingresando al centro, que no se expandirá, porque tenemos límites, y no como cualquier otra ciudad normal, que va creciendo. Los ríos nos limitan, y hay que pensar mecanismos que garanticen sacar a los colectivos, y (situar) algo mucho más ágil en ese circuito interno, que no son más de 6 kilómetros”.
